¿Quién no ha ido a la Calle Laurel de Logroño, estando en la capital de La Rioja? No creo que haya persona en la faz de la Tierra a quien se le ocurriera tal cosa. Estamos hablando de la joya de la corona de la capital riojana, el espacio gastronómico por antonomasia de la cocina logroñesa, con la mayor concentración de bares de tapas de La Rioja. Se ha convertido en epicentro turístico de Logroño, donde locales y visitantes, familia y amigos, mayores y jóvenes, todo el mundo, se reúne para disfrutar de los placeres de la vida.
Un amplísimo surtido de bares y restaurantes abren sus puertas para ofrecer un abanico infinito de delicatessen a todo aquel afortunad@ que se deje caer por la zona. Y todo regado con lo que se guste, pero donde sin duda el Rioja tendrá un lugar especial, maridando a la perfección la amplia gama de tapas, pinchos y demás formas de comer bien.
Pero vayamos por partes, primera cuestión que estoy seguro se le ha planteado a mucha gente. ¿Es la Calle Laurel o la Calle del Laurel? Bien, pues te diré que coloquialmente se denomina Calle Laurel de Logroño (sin el «del») al área comprendido entre varias calle y que conforman este espacio de peregrinaje para l@s amantes del buen comer y del buen beber.
Las calles que conforman este paraíso en la tierra, ubicado en el Casco Antiguo de Logroño son: Calle del Laurel, Travesía del Laurel, Calle Albornoz y Calle San Agustín. El recorrido que forman es glorioso. Y también es conocido popularmente por otro sobrenombre, La Senda de los Elefantes. ¿Por qué? Porque todo el mundo sale trompa : ).
En el siguiente post te explicaré de dónde viene el nombre, el significado de La Laurel de Logroño para la ciudad, celebraciones y más cosas. Si lo que estás buscando es una lista de los pinchos más emblemáticos, aquí los tienes.
Calle Laurel de Logroño o La Senda de los Elefantes
Etimología de La Calle Laurel de Logroño
¿De dónde viene el nombre de la Calle Laurel de Logroño?
No hay una teoría oficial, y he de decir que no hay mucha información disponible. Ni si quiera, hay una sabiduría popular fuerte al respecto. Desde luego, todo logroñés o logroñesa ha estado incontables veces por estas calles, pero poca gente te sabe decir el por qué del nombre. Curioso.
Podríamos decir que La Laurel de Logroño fue una especie de Barrio Rojo de Amsterdam. ¿Cómo te quedas?
Y es que, hasta 1862, el Casco Antiguo de Logroño se encontraba amurallado. Si quieres saber más sobre la historia de la ciudad, no pierdas la ocasión de visitar la exposición permanente del Museo del Cubo del Revellín, recientemente inaugurada. Y si no, aquí tienes un link para leer sobre la historia.
Como decía, Logroño estaba amurallada, quedando el área de la Laurel dentro de la ciudadela, justamente en el límite Sudoeste de la ciudad. Era una zona bastante apartada del bullicio y los mercados, de callejones sin salida, que quedaba justamente en la parte opuesta a donde se encontraban las Iglesias, las casas solariegas y demás lugares representativos de la sociedad logroñesa de la época.
Un sitio perfecto para la proliferación de negocios clandestinos y de mala reputación.
Burdeles y prostíbulos van a ocupar parte de estas viviendas y bajos en estas calles. Las señoritas de compañía, para avisar a sus pretendientes que estaban libres, colgaban una ramita de laurel en la ventana. De esta forma, desde abajo, al ver el ramillete de laurel, sabían que el turno había llegado y airosos corrían escalera arriba.
Se entiende que algún iluminado, al ver como los hombres esperaban impacientes a que las señoritas colgaran las ramitas de laurel en las ventanas, pensó en monetizar la espera y obsequiarles con un vinito y un trozo de queso. Y así empezaron a abrirse pequeñas tabernas donde hombres deseosos de pasar un buen rato, venían a divertirse.
Por un tiempo, esta zona también se conoció como el Barrio de las Tejedoras, así que el área fue ganando en presencia comercial de diferentes índoles. Seguramente, también se iría ganando en decencia de estos negocios, y la transición de burdel a bar de tapas se aceleraría notoriamente una vez se derribaron las murallas en 1862, dando acceso a la calle del Laurel y a Travesía del Laurel desde la calle Bretón de los Herreros.
[c Mapa perimetral de la Ciudad amurallada de Logroño.
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Valor cultural de la Calle Laurel de Logroño
Es imposible disociar la calle Laurel de Logroño al impacto social y cultural que tiene en la ciudad y sus habitantes. Si bien es verdad, hay que destacar la enorme importancia que tiene la Calle San Juan (otra zona gastronómica ubicada a escasos 10 – 15 minutos de paseo), que tiene la misma relevancia pero a bastante menor escala que La Laurel. Esto a nivel de bullicio, no sé si es mejor o peor. Como siempre, dependerá del momento y de si apetece estar más tranquil@ o dejarse llevar por el ambiente.
La verdad es que no hay persona que visite Logroño, y no pase por La Laurel. Y eso dice mucho de este entresijo de calles formadas por Calle del Laurel, Travesía del Laurel, Calle San Agustín y Calle Albornoz. En los últimos años ha crecido exponencialmente la cantidad de visitantes que recibe, quedando incluso prohibidas en muchos bares las despedidas de solter@ por la cantidad de locura transitoria que se formaba.
Pero volviendo a los arraigos culturales, La Laurel es un mar de recuerdos para cualquier habitante de Logroño. Recuerdo de niño ir con mis padres y mi hermano a tomar el vermú a La Laurel. Jamás perdonando un mosto en cada bar que entrábamos. Siempre servido fresquito y con una aceituna clavada en un palillo. Recuerdo que siempre había algún niño jugando a la pelota o a la peonza. Perfecto para mis padres aprovecharan a soltarnos un rato, y comerse media barra. Es un recuerdo feliz.
Recuerdo ya de más mozo, las primeras salidas con la cuadrilla. Poniendo bote para pedir todos junto, haciéndose hueco en las barras para pedir. ¡8 tintos, 1 blanco, 3 cortos y 12 champis! Llevar el bote era una responsabilidad digna de cualquier director financiero. Había que cuadrar las cuentas.
Universitarios celebrando sus finales de exámenes en La Calle Laurel, confiando en el éxito de sus esfuerzos o en su defecto, ahogando sus disgustos. Enamorados disfrutando de cada pincho y brindando por más días como esos. Cuadrillas de chiquiteros haciendo sus rondas como parroquianos. Familias que se encuentran para disfrutar de unas tapas y ponerse al día de sus derroteros. Peregrinos que no dejan pasar la oportunidad de conocer el ambiente de la calle Laurel y sus exquisiteces. Comerciantes ambulantes que ofrecen abalorios, rosas o tocan música para entretener a todos los visitantes. Niños que juegan en alguna esquina, intentando no molestar mucho, pues en cualquier momento una copa de Rioja puede hacerse añicos en el suelo. Amantes de la gastronomía, que móvil en mano, van buscando cual sabueso las últimas novedades. Y por supuesto todos aquellos y aquellas que trabajan cada día en los bares y restaurantes de La Laurel y que hacen posible todo esto, haciendo gala de la hospitalidad riojana. Especial homenaje a ellos en estos tiempo de COVID-19 tan complicados para todos.
Todos juntos forman la amalgama de fuegos y fueguitos que forman parte de esta hoguera, viva y reluciente, que no deja indiferente a nadie y que es de disfrute de todos.